El monóxido de carbono (CO) es un gas extremadamente peligroso, conocido como el “asesino invisible” porque no tiene olor, color ni sabor, y no irrita los ojos ni la nariz. Esto hace que su detección sea muy difícil, lo que aumenta el riesgo de intoxicaciones graves e incluso la muerte. Como Directora Médica de vittal, quiero destacar la importancia de conocer cómo prevenir esta amenaza silenciosa en nuestros hogares y lugares de trabajo.
El monóxido de carbono se produce por la combustión incompleta de materiales que contienen carbono, como gas, petróleo, carbón, madera, plásticos, entre otros. Cualquier artefacto que utilice estos combustibles —calefones, estufas, cocinas, calentadores, motores de combustión— puede generar CO si no funciona correctamente o si hay una ventilación deficiente. La acumulación de este gas en ambientes cerrados puede afectar gravemente nuestra salud, ya que reduce la capacidad de la sangre para transportar oxígeno, afectando principalmente al cerebro y al corazón. La falta de oxígeno puede causar desde dolores de cabeza y mareos hasta pérdida del conocimiento y paro cardiorrespiratorio.
Las intoxicaciones por monóxido de carbono son más frecuentes en épocas frías, cuando aumentamos el uso de calefactores y cerramos puertas y ventanas para mantener el calor, impidiendo la entrada de aire fresco y la salida de gases tóxicos. Por eso, la prevención es fundamental.
¿Cómo podemos prevenir estas intoxicaciones?
- Mantener una correcta ventilación: asegurar que los ambientes estén bien ventilados, especialmente cuando se usan artefactos de combustión. Nunca encender motores a combustión en espacios cerrados, como sótanos o garajes.
- Revisar y mantener en buen estado los artefactos: controlar periódicamente la instalación y funcionamiento de calefactores, calderas, hornallas y calentadores. No usar el horno o las hornallas de la cocina para calefaccionar.
- Precauciones con los braseros y estufas: encenderlos fuera del hogar y asegurarse de que no haya humos visibles antes de ingresarlos en la vivienda. Nunca dormir con brasas o estufas encendidas dentro de la habitación y retirarlos antes de dormir.
- Evitar el uso de recipientes con agua sobre las fuentes de calor: esto puede alterar el funcionamiento de los artefactos y aumentar el riesgo de acumulación de gases tóxicos.
- No usar motores en ambientes cerrados, como grupos electrógenos en espacios sin ventilación adecuada.
Por otro lado, es importante conocer los signos que nos pueden alertar de una posible intoxicación. Ellos son: dolor de cabeza, mareos, somnolencia, debilidad, náuseas, vómitos, pérdida del conocimiento, convulsiones, palpitaciones, dolor en el pecho y, en casos graves, paro cardiorrespiratorio.
Ante estos síntomas, es crucial actuar rápidamente y abrir puertas y ventanas para ventilar, retirar a la persona del ambiente contaminado, buscar atención médica de inmediato, informando sobre la posible exposición al monóxido de carbono.
Para detectar la presencia de monóxido en el ambiente hay que tener en cuenta estos indicios: coloración amarilla o anaranjada en la llama de hornallas o estufas, manchas de hollín, tiznado o decoloración en los artefactos y conductos de evacuación. Si vemos estos signos se deben revisar y mantener los aparatos de calefacción y cocción, asegurándose de que estén en buen estado y funcionando correctamente. Además, es importante contar con detectores de monóxido de carbono en el hogar, especialmente en áreas donde se utilizan estos aparatos, para poder alertar a tiempo en caso de una acumulación peligrosa.
La prevención y el mantenimiento adecuado son clave para garantizar un ambiente seguro y evitar riesgos asociados a este gas inodoro y peligroso.